INTRODUCCIÓN
La aplicación de los rayos X no solamente supuso un avance importante en la medicina, sino que también lo fue en la industria, astronomía, biología, antropología, etc. Sin embargo estos rayos tienen un efecto somático sobre el ser humano, que sufrieron los profesionales de la sanidad hace décadas y que cada día conocemos mejor, y teniendo como objetivo el aprovechar todas las ventajas que nos aporta el descubrimiento de los rayos X y evitar al máximo sus efectos indeseables. Pudiendo pues, en lo posible conseguir un índice beneficioso lo más bajo posible. En 1.896 Henri Becquerel descubrió las propiedades perjudiciales de la radiactividad, tomando en cuenta las quemaduras que le produjo un frasco que contenía Ra226. Ese mismo año Clarence Madison Dally que se sometió a radiaciones que acabaron con su vida, era ayudante de Thomas Alva Edison, inventor del fluoroscopio. Durante la exposición industrial realizada en 1.896 en Nueva York, Dally expuso, reiteradamente, sus manos al experimento presentado por él, consistente en un equipo de rayos X, cuyo objetivo era observar las sombras en el esqueleto humano. Poco tiempo después las manos se le ulceraron, siéndole posteriormente amputadas. El cáncer contraído le fue progresando en su organismo y en 1.904 acabó con su vida. Fue la primera víctima descrita por las radiaciones ionizantes.
El criterio básico de protección radiológica se basa en obtener el máximo beneficio de los efectos físicos de los rayos X con el mínimo perjuicio, tanto para los pacientes, así como a los trabajadores profesionalmente expuesto La utilización creciente de las radiaciones ionizantes en diferentes campos, hace necesario incrementar las medidas de protección radiológica con objeto de prevenir posibles daños a la población actual y a generaciones futuras. Más de la tercera parte de las decisiones médicas se basan en el diagnóstico radiológico, por lo cual existe un gran número de personas expuestas a radiaciones ionizantes, como consecuencia del desarrollo de esta actividad, ya sea como profesionales, como pacientes o en reconocimientos periódicos de control de salud. Esto hace necesario establecer unas normas estrictas de protección radiológica, que permitan reducir el riesgo de exposición, cubriendo los objetivos del diagnóstico radiológico.
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